Generalmente, la gente que se introduce cosas en el ano llega a urgencias reportando un dolor abdominal, pero cuando se quedan solos con uno —el doctor— les toca decir la verdad: que se metieron un objeto extraño
.En mis 27 años de experiencia como cirujano he encontrado entre los anos de mis pacientes desde lo más predecible, como consoladores, hasta las cosas más exóticas, como un pepino cohombro, botellas de diferentes bebidas, bombillos, pilas y hasta un desodorante.
Anualmente veo uno o dos casos de este estilo, en su gran mayoría en hombres heterosexuales u homosexuales que no han salido del clóset, que tienen la “necesidad” de autosatisfacerse. Son personas de todas las clases sociales que, en muchos casos, no son capaces de ir a la clínica que suelen frecuentar para no “manchar su historia” y prefieren ir a hospitales en otro extremo de la ciudad o pagar la operación como particulares.
Pero además de las introducciones “voluntarias”, también he visto accidentes, como la persona que se cae y, literalmente, queda estacada contra una varilla, o los que llegan acuchillados o abaleados por el orificio trasero.
Lo primero que hace uno cuando llegan personas con cosas metidas en el recto es tomar una radiografía de abdomen. El problema es que algunos objetos, como el pepino, son radiopacos por lo que no salen en la placa y solo pueden detectarse con un tacto abdominal.
Una vez visualizado o palpado el cuerpo extraño, procedemos a anestesiar al paciente. Lo siguiente es algo así como un parto anal: primero se hace un masaje en el abdomen bajo, de manera que el objeto extraño se movilice hacia el orificio del ano. Al mismo tiempo y muy despacio, vamos dilatando el recto con el puño de la mano. Cuando está lo suficientemente abierto, buscamos el objeto que se ha movilizado gracias a los masajes y con los dedos lo sacamos.
Como ven, los médicos somos testigos de cosas increíbles, como el hecho de tener que atender el parto anal de un pepino o un desodorante.
Pepino
Fue difícil de sacar porque era muy largo y ancho.
Lo extraje de un abogado, profesor universitario, quien
exigió que no se les dijera el diagnòstico a sus familiares.
Por respeto a su decisión les dijimos que se trataba de una impactación
fecal. Hay una anécdota divertida: la enfermera que me asistía, al ver
lo que estaba sacando, dijo: “pobrecito ese señor, tiene muy mala
la digestión y le salió enterito”. Cuando se dio cuenta de su error,
se puso roja.
Consoladores
Los vibradores, los consoladores y otros juguetes sexuales similares.
son los más fáciles de sacar porque no son demasiado gruesos.
Este tipo de casos llegan, por lo general, los fines de semana y en horas de la noches.
Los he visto de todos los colores, de todos los tamaños y de todas las formas posibles.
Pero los jueguetes más comunes son, sin duda alguna, los conocidos como
bolas chinas.
Bombilla
Creo que este es el caso más difícil que me ha tocado hasta ahora-
Era un hombre joven que se estaba autocomplaciendo cuando, de un momento a otro, se cuerpo
succionó la bombilla . El peligro era que se explotara dentro porque los vidrios
podrían perforar otros órganos, como el colon. Sin embargo, con mucho tacto (literalmente,
con mucho tacto) logramos que eso no pasara.
Botellas
El peligro es que se generen un vacío al extraerlas
y se lesiones el colon. También está el temor de que se rompan,
pero nunca me ha pasado las veces que he tenido que
extraerlas.
Pilas
Me acuerdo de cuando me tocó sacarle una pila a un señor que debía tener
aproximadamente 60 años. Era una batería de las grandes, de las más gruesas.
Cuchillos
Una vez llegó un hombre joven al que, por atracarlo,
le clavaron un cuchillo en el ano. Le atravesó los pantalones
y le causó una herida bastante grave y muy dolorosa, pero se salvó.
Desodorante
Es tal vez lo más raro que he visto. Era un joven de unos 19 años que dijo
que se estaba tratando de dar placer con el tarro pero se resbaló y cayó
sentado sobre el mismo. Lo que me preocupaba en este caso era que se despegara
la tapa, pero no fue el caso.
Balas
Es lo que más encuentra uno cuando saca objetos extraños.
Lo terrible de las balas es que abren hueco por donde pasan, y por lo general
hay que hacer colostomía, que es una inicisión en el colon para desviar el contenido
de los intestinos hacia una bolsa y así evitar una infección.
Esta radiografía corresponde al caso comentado
anteriormente, un viejo veterano de la 2ª guerra mundial tenía
hemorroides, y solo se le ocurrió que para aliviarlas debía introducir
en su ano nada más y nada menos que un pequeño obús antiaéreo. Se lo
introdujo cantidad de veces, pero un día no lo pudo sacar y se vio
obligado a ir a urgencias. Cuando el medico se disponía a extraerlo el
paciente exclamó: ¡OH no, por favor no
toque eso, el obús tiene munición como para derribar un Messerschmitt (caza)! Visto el panorama, el medico llamó a los artificieros que tuvieron que instalar
una mampara protectora de plomo alrededor de dicho paciente y así
poderle extraerle el pequeño artefacto de 18 centímetros de largo y
desactivarlo.