Adelgazar de a
dos parece ser una buena motivación para mantener relaciones sexuales
frecuentes. Una reciente encuesta de una marca de bebidas dietéticas
reveló que, en el Reino Unido, el 76% de las mujeres consultadas harían
“el esfuerzo” de tener sexo, aun si estuvieran cansadas, si esto las
ayudara a conservar la silueta. La cama, para ellas, es un buen
reemplazo del gimnasio.
La “dieta del sexo”, “sex diet” o
“sexercicio”, como se la llama, es el tema principal del nuevo libro de
la norteamericana Kerry McCloskey: The Ultimate Sex Diet (La última
dieta del sexo). Ni nutricionista ni experta, McCloskey asegura haber
bajado 10 kilogramos con los 29 ejercicios sexuales que propone.
Sostiene, por ejemplo, que un encuentro sexual puede quemar entre 150 y
350 calorías, y que besarse durante una hora resta unas 200, cantidad
equivalente a un alfajor chico. Según asegura en su libro, Kerry llegó
al sexo como método para adelgazar frustrada con las dietas que no le
daban resultado y, al mismo tiempo, para impulsar la relación con su
pareja. Dice que le funcionó para ambas cosas.
Las dudas son:
¿el sexo adelgaza? ¿Se puede reemplazar una actividad física
convencional por un rato de mimos? “Una buena sexualidad produce
bienestar que, a la vez, ayuda a adelgazar –razona Máximo Ravenna,
médico clínico, psicoterapeuta y experto en temas de nutrición–. Es,
también, una forma de aliviar tensiones que podrían canalizarse por
medio de la comida”. Si bien prefiere no hablar del sexo como una
dieta, confiesa que “es una forma muy activa de gastar calorías”.
Durante
el coito, trabajamos todos los grupos de músculos, el corazón se
acelera hasta alcanzar a veces los 180 latidos por minuto, la
frecuencia respiratoria se agita, y el cuerpo genera serotonina y
endorfinas, hormonas que disparan el placer. Deducir el número de
calorías que desaparecen en este proceso es motivo de discusión entre
los expertos. Alessandra Rampolla, probablemente la sexóloga más
célebre de América Latina, asegura que una sesión de 20 minutos de sexo
consume 150 calorías. Por otra parte, casi todos los expertos locales
consultados coinciden en que dependerá de la calidad del encuentro. “No
hablamos de cantidad; cuanto mejor sea la calidad, más calorías se van
a liberar”, declara la licenciada Diana Resnicoff, sexóloga clínica y
miembro de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana. ¿Los factores
indispensables? Que sea un acto prolongado, con caricias, besos y
cambios de posición. Sin movimiento, no se queman calorías.
El sexólogo Juan Carlos Kusnetzoff tiene una mirada
un poco más crítica. “Me parece que ya no saben qué hacer los editores
para capturar lectores”, dice sobre el libro estadounidense.
Kusnetzoff no desestima el sexo como una alternativa válida a la cinta y
los aparatos, pero aclara que “la vida sexual quema dos pisos de una
escalera, bastante menos que un gimnasio” y que para notar realmente
una diferencia en el peso habría que practicarlo “tres veces al día por
lo menos”. Sí admite que el sexo, sobre estas actividades, tiene sus
ventajas: “Da enorme placer”.
Ravenna agrega que el sexo y el
ejercicio convencional suelen retroalimentarse: una buena actividad
física despierta una mejor actividad sexual. El experto concluye que
“lo positivo de la ‘dieta del sexo’ que postula McCloskey es que
plantea una actitud positiva para llevar adelante una dieta. La comida
es una parte importante, pero no es la única. La sexualidad –para quien
le gusta, tiene ganas y tiene posibilidades– es un complemento
superador”.