jueves, 30 de enero de 2014

Un discapacitado pierde su virginidad


A sus 28 años, Asta Philpot (Miami, 1982) tiene un rostro que se diría casi aniñado. Sus ojos ríen. Y en su boca pocas veces se desdibuja la sonrisa. Lleva postrado en una silla de ruedas desde que dejó la cuna. Una artrogriposis de nacimiento le privó de toda movilidad de cuello para abajo. Pero no arrebató a Asta ni un ápice de su ilusión por vivir, ni sus ganas de luchar por romper tabúes y prejuicios. «Siendo discapacitado es muy difícil encontrar el amor y relacionarse con mujeres. He sido juzgado por mi apariencia desde el día en que nací». Su actitud ante la vida cambió cuando un amigo suyo de Leeds, la ciudad en la que reside, murió a causa de su enfermedad sin haber tenido ni una sola experiencia sexual. Ello empujó a Asta a dar un primer paso: modelo a imitar para muchos, motivo de crítica para otros.
 
 
 
Pulse para ver el video
 
El joven discapacitado, con dos prostitutas
 
 
 
Unas vacaciones en España en 2006 lo llevaron hasta el club Eclipse en Gerona uno de los pocos que cuenta con instalaciones adaptadas para discapacitados. En el Eclipse, Asta perdió su virginidad. Y al año siguiente repitió aventura. Difundió en un foro de internet su intención de regresar al local. Fue un llamamiento a otras personas que encuentran muros en las relaciones sociales. A su lado viajaron dos amigos, Shah y Lee, invidente el primero y parapléjico el segundo. No estuvieron solos. Les acompañó un equipo de la BBC para rodar el documental ‘Por una sola noche’ . «Ahora me siento vacío», reconoció ante las cámaras minutos después de yacer con una prostituta. Ahora me siento más seguro alrededor de las mujeres y con la esperanza de encontrar una relación pronto».
 
El documental fue sólo el comienzo de la aventura mediática de Asta. Ahora da el salto a la gran pantalla. Hasta la vista, una película recreará la odisea sexual de Asta y sus compañeros.
Su historia, aunque tal vez magnificada por los medios, no es única. En España hay cuatro millones de personas discapacitadas. Una gran parte tiene pareja y una vida sexual plena. Otros chocan con el rechazo de la sociedad y barreras para desarrollar su lado más íntimo. El mundo de la prostitución se convierte en el último recurso para muchos que se suele ocultar por miedo a ser aún más rechazados.
 
El 90% de los discapacitados españoles reconoce enfrentarse a limitaciones y dificultades en su vida cotidiana, como revela el Instituto Nacional de Estadística (INE). Y la cuestión de su sexualidad «no es un tema bien resuelto». Así opinan desde la Asociación de Personas con Discapacidad Física de Álava. No falta el debate. «Una persona en silla de ruedas no ve mermada su capacidad para ligar. Un discapacitado no tiene más razones que un ciudadano cualquiera para acudir a una prostituta». Es el punto de vista de Alberto de Pinto, parapléjico y presidente nacional de la Asociación de Lesionados Medulares y Grandes Discapacitados Físicos (Aspaym). El INE sentencia: siete de cada diez disminuidos dicen tener «poca o ninguna posibilidad» de establecer nuevas amistades. En materia de sexualidad, muchos de ellos «tienen que buscarse la vida», admite sin tapujos un portavoz del Hospital de Parapléjicos de Toledo, centro de referencia nacional.
«Sentimos como cualquiera»
 
La postura de unos y otros de poco les sirvió a Marisa y Fernando. Frente a la teoría, ellos se encontraron con la práctica. En la década de los 80 tuvieron que superar las traumáticas consecuencias de una negligencia médica: su pequeño Luis nació con parálisis cerebral. Treinta años después, y un sinfín de médicos, mimos y desvelos de por medio, un joven Luis puso un brete más en el horizonte del matrimonio. La pareja acudió desorientada a una asociación de discapacitados de Alicante de la que son miembros. No sabían cómo afrontar una nueva necesidad de su hijo. «Quiero acostarme con una chica», fue su anhelo en voz alta. Dudas y más debate fueron las respuestas de sus progenitores. Aunque el caso es real, los nombres de la anterior experiencia son ficticios. Desde la asociación piden también omitir el nombre de la entidad para envolver a los protagonistas de la máxima privacidad.
 
Discapacitados y sexo sigue siendo un binomio tabú. No para José Antonio Navarro. Incapaz de mover algo más que la cabeza, vive anclado a una silla de ruedas eléctrica a la que le condenó una parálisis cerebral de nacimiento. Preso su cuerpo, mas no su alma ni sus sentimientos. Atiende a V desde el Centro de Atención de Minusválidos Físicos de El Ferrol. Para ello roba tiempo a sus cuadros. ‘Tatanka’, búfalo en indio, es la firma que estampa en los lienzos que desde 1998 realiza para la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie. José Antonio (Valencia, 1965) rememora cómo hace tres años fue interceptado por la Policía Local en plena autovía gallega. Avanzaba por el arcén, a 20 km/h, con un destino: el club Jade. Cuando lo encontraron los agentes se había pasado el desvío. «He ido más veces, y ya sin pasarme», destaca sin rubor. La tetraplejia de José Antonio ha quebrado hasta su voz. Pero sus palabras adquieren más vigor cuando se trata de responder a quienes ponen en duda la sexualidad de los discapacitados o critican que acudan a locales de alterne: «Sentimos como cualquiera. Esa gente es ignorante y piensa cosas que no son».
 
José Antonio sufre la intolerancia incluso entre los suyos. «Mis compañeros del centro no ven bien que esté con prostitutas». Muy distinto del tacto y comprensión que asegura encontrar entre la mayoría de profesionales del sexo. ‘Tatanka’ tal vez lo hubiera tenido más sencillo en la habitación adaptada para discapacitados de la planta baja del valenciano club El Romaní. Ana y Tatiana, dos jóvenes paraguayas que trabajan en el local, abandonan el café que degustan por la tarde y se asoman –curiosas, seductoras– cuando un encargado del establecimiento franquea el acceso al cuarto. Nunca antes habían visto su cama redonda con una barandilla, los andadores, la silla de ruedas y el ancho especial del habitáculo y del cuarto de baño. «Se usa poco, pero se usa». Un encargado del club no niega la evidencia. «Hay un par de clientes que vienen de vez en cuando, sobre todo un chico del pueblo de al lado».
 
Ana y su sexualidad
No sólo entre luces de neón y caricias perfumadas junto a una barra pueden vivir su sexualidad los discapacitados. La mayoría lo logra en pareja. Y no sólo ellos, también ellas. Ana Rodríguez tuvo que redescubrir su cuerpo cuando un accidente de tráfico le causó una lesión medular D-10. Preside Aspaym en Canarias y pregona: «Por estar en silla de ruedas no hay que renunciar a tu vida sexual». Ana no lo hizo. Le dijeron que no volvería a caminar, que debería acudir a terapia ocupacional para aprender a valerse por sí misma. Pero nadie le dijo qué pasaba con su lado más íntimo. «A los médicos hasta se les subían los colores si les preguntaba». Ahora tiene una sexualidad plena. «Siento sensaciones diferentes, pero no por ello menos gratas».
 
Hasta 12 horas de rodaje aguantó ayer en Torremolinos el pequeño pero bravo angloamericano Asta Philpot. Pero todo es poco para alguien capaz hasta de ‘cruzar el charco’. En Estados Unidos ha puesto en marcha una fundación sin ánimo de lucro. No oculta que ha repetido muchas veces la ‘experiencia’ iniciada en Gerona. «Y seguiré teniendo relaciones con prostitutas hasta que la sociedad deje de tener prejuicios respecto a los discapacitados».
Aunque ése no es su único objetivo. Su lucha también busca acabar con la ilegalidad del alterne en países como Estados Unidos o Reino Unido. Quiere ayudar a las prostitutas a salir del ambiente marginal en el que se ven obligadas a moverse en estas naciones, víctimas fáciles de las drogas y de las mafias sexuales. Asta Philpot cree estar en deuda con sus chicas. «Me hacen sentir como un ser humano».
 
 

Marien, la única prostituta especializada

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario